viernes, 19 de abril de 2013

Compartiendo impresiones de lecturas


Hace un tiempo puse una entrada en el blog en la que decía cuáles eran mis libros favoritos en castellano en el original y traducidos.
En esta entrada pretendo también compartir lecturas, pero planteado de otra manera y animando al posible lector a que interactúe conmigo ofreciéndome, con la misma clasificación o con otra, posibles alternativas.
 

 

Libro más veces leído

Tengo que empezar por advertir que no soy habitual “relector” y que son pocos los que han vuelto a mis manos, pero varios de Benedetti y, sobre todo, el que pongo y también el que sirve como título a este blog, me han acompañado en varios comienzos de curso cuando algunos profesores padecemos estados de ansiedad. No sé qué tiene esa Primavera, sólo sé que me ha servido y mucho para sobrellevar esos desagradables momentos.








Libro más veces regalado

Desde que leí su versión sudamericana, El cazador oculto, me quedé enganchado. Al traducirse luego para España con su actual título, no pasaba cumpleaños sin regalarlo. Hace unos años volví a leerlo y tengo que reconocer que, lógicamente, me impactó mucho menos. También es un libro que he recomendado mucho a mis, pocos,  alumnos interesados en la lectura.

 

 

 
Libros que más impacto me han causado.


Tres sobre campos de concentración o detención del nazismo, del estalinismo y de la dictadura argentina; uno sobre la brutal violencia desencadenada en Ruanda y, finalmente, la violencia sexual de las tropas soviéticas en su conquista de Berlín en 1945.

En todos ellos hay momentos en los que resulta difícil seguir leyendo y, por supuesto, en los que se aborrece del ser humano, o mejor, de determinados seres (in)humanos.

He pasado frío y penalidades sin fin con Shalamov; me he sentido desvalido con Bonasso; he sufrido hasta tener que cerrar el libro con Hatzfeld; he intentado ponerme  en la piel de una mujer con la autora Anónima; con Levi, todo eso e incluso más.

Libros que muestran el horror para combatirlo, pero que, al mismo tiempo, nos avisan de lo fácil que puede llegar a ser tener esos comportamientos, de lo frágil que es la condición moral, de los peligros que nos acechan cuando las condiciones son extremas.










Autores de los que más libros he leído.

Dos autores cuyos libros me han gustado mucho y que, además, se han traducido en su mayor parte. De hecho hace unos días ha aparecido por primera vez en castellano un nuevo texto de Roth, Los cien días.
Se trata de escritores muy diferentes tanto por los temas que abordan: Highsmith la novela psico-policiaca y Roth un amplio abanico pero que tiene como eje el mundo judío en el imperio austro-húngaro; como por la forma en que lo hacen: Roth con narraciones que enseguida se centran en el tema principal y con frases cortas y precisas, Higsmith dando bastantes vueltas en torno a la línea argumental principal y, al contrario que en Roth, con personajes que tienen una gran ambivalencia moral.



 





 







 

Libros que más me han influido.

 Lógicamente, a lo largo de los años y de muchas lecturas, se ha ido conformando mi forma de pensar, pero es cierto que puedo mencionar algunos libros que han supuesto una especie de hito en esa formación.
El de Mounier, como muchos otros del mismo autor, me llevó a otra forma de enfocar la religión: menos ritual, yo provenía de doce años de nacional-catolicismo con los maristas, y más “comprometida” como se decía a principios de los setenta. Me empezó a abrir los ojos a otras realidades sociales y políticas. Su idea del “desorden establecido” me ha venido muchas veces a la cabeza desde entonces.
Con el González Ruiz, como ya he contado en algún otro lugar, perdí la fe; me di cuenta de que efectivamente Dios podía ser gratuito, pero para mí resultaba totalmente superfluo.
Fromm, con todos los textos que leí, me enseñó a ver de otra forma el mundo. Cuando estaba abandonado mi visión religiosa, me ofreció una ética alternativa y unos valores que merecían la pena. Además, una crítica de lo existente como luego no he vuelto a encontrar.
Cioran, además de llevarme hasta casi la depresión, me iluminó en un montón de temas y me dio, y me sigue danto, material para pensar y para no aceptar fácilmente lo que  vea y oiga.
Judt, más recientemente, me ha hecho cambiar en un par de ideas sobre la política que me estaban llevando a un exagerado y en parte inútil escepticismo.

De los cinco autores he leído bastantes libros, pero he seleccionado aquel que me parece el más significativo y de más recomendable lectura.



 



 

 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
Novelas abandonadas.
 
Es raro que no termine la lectura de una novela. Siempre pienso que lograré entrar en ella y que algún provecho podré obtener. Sin embargo, hay veces en que no puedo, en que se me cae de las manos, en que a medida que paso las palabras y las líneas, mi cabeza se pone a pensar en otras cosas que me inquietan o, a veces, simplemente en la lista de la compra. Cuando esto sucede sí que abandono la lectura.
En los últimos tiempos me ha sucedido que yo recuerde con dos: La guarida, del rumano Norman Manea, y París no se acaba nunca, de Enrique Vila-Matas. En la primera creo que no logré entrar en ningún momento y, la segunda me pareció desde el principio un texto muy pedante y no me interesó. En ambos casos las críticas que yo conocía eran especialmente positivas.
 
 
Novelas difíciles.
 
Hace unos días publicó El País un artículo de Juan Goytisolo sobre La casa verde que me pareció, además de interesante, revelador de mi experiencia con ese libro. De alguna forma, esta entrada en la que hablo de mis lecturas proviene de lo que me sugirió dicho artículo.
Comencé a leer el libro poco después de publicarse y tras conocer solamente La ciudad y los perros. No pude con él, se me caía de las manos, no lograba penetrar en su historia ni en su lenguaje, así que lo dejé. Unos años después, tras haber leído ya una parte de la obra del autor, volví a intentar la lectura y debo decir que me encantó, que esta vez sí que fui capaz de seguir la narración y disfrutar con ella.
Es la única experiencia de este tipo, abandonar primero y retomar después, que he tenido y en gran medida se debe a lo mucho que me gustaba, y me sigue gustando, la obra de Vargas Llosa.
 
 
 
 
Libros adictivos.
 
Efectivamente, hay libros que cuando se empiezan es difícil quitárselos de las manos, que exigen seguir leyéndolos hasta terminarlos, que te atrapan, que de alguna manera te engullen. Me ha pasado varias veces, pero desde luego la trilogía de Larsson se lleva la palma. Como algunos críticos pretendieron desprestigiar estas novelas, salió al paso nada menos que Vargas Llosa en un estupendo artículo en El País defendiendo su altura literaria. No soy lector de best sellers, no por nada, sólo porque me suelen aburrir; con Millenium no, me he divertido, he disfrutado, creo que tienen algo que los hace diferentes a otros de su estilo.
También me atrapa mucho la obra de Henning Mankell y sobre todo La quinta mujer, pero para que no todo sea novela policíaca, hace unos días puse un entrada sobre El adversario de Emmanuel Carrére que tuve que leer de un tirón, claro que se trata de un texto mucho más corto que los que he mencionado antes.
 
 

 
 
Libros que no me hubiera gustado perderme.
 
Evidentemente, son cientos los libros que he leído y que no quisiera haberme perdido, como son miles, muchos miles desgraciadamente, los que me he perdido y me perderé. Sin embargo, no quisiera terminar una entrada como ésta sin apuntar alguno que, por diversas circunstancias, me ha resultado especialmente importante.
Comenzando por las novelas, aparecen cuatro textos, curiosamente tres de ellos en castellano en el original. El de García Márquez es quizás la novela de la que guardo un mejor recuerdo y de las pocas que he releído saliendo de esa segunda lectura aún más satisfecho que de la primera (con Cien años de soledad, la gran novela de este autor me ha pasado algo muy distinto). Manuel Puig me entusiasmó en su día y leí todo lo que se publicó; su muerte a una edad relativamente temprana nos privó de otras interesantes obras. Goytisolo ya ha aparecido en el blog como uno de mis autores favoritos; de éste que pongo aquí me resultó especialmente gratificante el enfrentarme a un texto difícil por lo novedoso de su construcción y disfrutar de su lectura y también de su idea central. Thomas Mann es un escritor clave del siglo XX del que no he leído demasiado (y del que para horror de sus incondicionales dije una vez que me había aburrido con La Montaña mágica), sin embargo, figura aquí este texto porque, además de sus virtudes intrínsecas, me abrió a los “novelones” de los que nunca he sido muy seguidor, pero de los que voy leyendo de vez en cuando.
Aparecen dos libros de historia lo que es normal al ser la especialidad con la que me he ganado la vida. El de Jover es uno de esos libros de imprescindible lectura para alguien interesado por el siglo XIX de España. Se recoge en su primera parte la introducción que el autor hizo para uno de los tomos de la monumental Historia de España que publica Espasa-Calpe, y que pasó a dirigir Jover. Además, tuve el privilegio de tenerlo como profesor en cuarto curso de la licenciatura. Ha sido el mejor profesor que he tenido nunca en los diversos estudios que he hecho. Luego, como enseñante, he utilizado muchas de las cosas que aprendí de él (fueron, de hecho, las únicas un poco novedosas que puse en marcha). El otro libro de historia es algo bien distinto. Si el siglo XIX junto con la Guerra Civil son los dos temas que más me interesan de la historia de España, la época de Weimar es uno de los que más me atraen de la historia de otros lugares. El que he seleccionado es bastante reciente y me parece magnífico por el tratamiento integral que hace de todos los aspectos de su época incluyendo hasta la vivienda.
Harris, con su visión materialista de los temas que trata la antropología, me llevó a que me interesase por esa disciplina y durante una serie de años leí bastantes libros, entre ellos la mayoría de los que se tradujeron del propio Harris. Luego, poco a poco, al igual que me ha sucedido con otros, fui abandonando el tema, pero supuso en su momento un buen descubrimiento y también hizo que me convirtiera en parte al relativismo cultural. Hoy he abandonado bastante esas ideas.
Zweig no podía dejar de aparecer en una relación de este tipo. Prácticamente toda su obra me parece extraordinaria, pero estas Memorias me parecen, además, un ejemplo magnífico de cómo se deben elaborar las obras de este género. Disfruté tanto en su día que espero poder volver a leerlas muy pronto.
Kapuscinski.  Desde que leí su primer libro me impactó. Luego, cada vez que veía uno nuevo en una librería, entraba rápidamente a comprarlo. Todos me parecen de lo mejor que se puede leer en general y, obviamente, en plan reportaje periodístico (aunque siempre ofrece bastante más). El libro que pongo, aunque lo diga también la contraportada, me parece el más logrado. Al igual que decía antes de Harris, Kapuscinski me abrió el mundo del periodismo y los reportajes que luego he visitado tan a menudo.

Finalmente, el libro de Kennedy.  Durante mucho tiempo me dediqué a la lectura de libros sobre relaciones internacionales, tema sobre el que tengo una buena bibliografía. Estábamos en los finales de la guerra fría y, luego, en la caída de los regímenes comunistas y en una gran cambio en el poder mundial. Las aportaciones de material estadístico del libro de Kennedy, sus análisis y reflexiones sobre el mismo, su visión histórica y, unido a ello, la enorme claridad con que exponía sus ideas me resultaron apasionantes y por eso lo incluyo en esta lista.
 
 
 
 
 



 












He llegado al final del recorrido. Espero que te haya resultado interesante. Si es así, como decía al principio de la entrada, a mí también me gustaría conocer los libros que te hayan sugerido cosas parecidas. Gracias por anticipado.
 
 
 
 
 

1 comentario:

  1. Me apunto algunos libros que has comentado. Ten por seguro que los acabaré leyendo. El que más interés me despierta es Cioran, aunque no se yo si ese interés es bueno o no (y todo esto por las citas de tu libro). Sé que te debo un comentario del libro, y no lo he olvidado. Un abrazo fuerte

    Miriam

    ResponderEliminar