domingo, 26 de septiembre de 2010

También algo de poesía














No soy un gran aficionado a la poesía. Siempre me ha costado y me sigue costando enfrentarme a ella. He leído con placer a Benedetti, Miguel Hernández o Ángel González pero me falta continuidad. Este libro de sonetos de Joaquín Sabina, aunque es del 2001, lo ha leído estos días y he disfrutado mucho. Este hombre, nueve días más viejo que yo, es un verdadero artista. Si compone grandísimas caciones también es capaz de, con su peculiar estilo, escribir margníficos sonetos. Dejo una muestra de ello.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Alguna propuesta más de jazz

















Tres pianistas de muy distinta índole: un clásico entre los clásicos, Tristano (años 40 y 50); un sueco, Svensson (fallecido en 2008 con 44 años) y una israelí, Fort ambos reflejo de la evolución del instrumento en los últimos años.
Más clásicos: la trompeta y la voz del Baker y dos grandes clarinetistas como DeFranco (acompañado al piano por el "malabarista" Peterson) y Giuffre.
Y como traca final el maravilloso dúo que forman Keith Jarret y Charlie Haden con unas extraordinarias versiones.

Crítica a Zapatero por su apoyo a Sarkozy

.ELPAIS.com Edición impresa España.
Frivolidad
JOSEP RAMONEDA 23/09/2010


¿Qué es más grave, que el presidente Nicolas Sarkozy ordene la expulsión sistemática de los gitanos de Francia o que la comisaría Viviane Reding cometa una descortesía diplomática al censurar al Gobierno francés por esta decisión? Para el presidente Zapatero las palabras subidas de tono de la comisaria europea son más reprobables que el miserable ataque a los gitanos del presidente francés. ¿Convicción? ¿Frivolidad? ¿Cobardía?

Con su apoyo a Sarkozy en la expulsión de gitanos, Zapatero ha tocado fondo ideológicamente
No quiero creer que Rodríguez Zapatero apoye a Sarkozy por convicción. Hay razones para pensarlo, no en vano Zapatero es responsable del blindaje de las vallas de Ceuta y Melilla, que envían a los inmigrantes del mundo subsahariano el terrible mensaje de que la muerte es el peaje que Europa exige para entrar en ella. Pese a ello, no puedo creer que Zapatero apoye por convicciones ideológicas el patético ensayo de limpieza étnica ordenado por Sarkozy. Es cierto que los bandazos ideológicos de Zapatero hacen difícil seguir su evolución. Es cierto también que Zapatero es un presidente en apuros y ya se sabe que el pánico a la derrota ciega a los que tienen poder. Al tiempo que despierta su interés por las llamadas del populismo. Pero pese a todas estas razones, sigo queriendo creer que Zapatero no apoya a Sarkozy por convicciones ideológicas y morales.

¿Por qué le apoya entonces? Por una suma de frivolidad y cobardía. Viviane Reding lo ha descrito con nitidez: "No se puede echar a un grupo étnico de un país". En vez de defender a la comisaria europea, que ha tenido el coraje de acusar de violación de este principio fundacional de la Unión al Gobierno de uno de los grandes de Europa, Zapatero se acurruca ante el poderoso Sarkozy. ¿Por qué? Porque le debe demasiado. Sarkozy metió a Zapatero en el G-20, sabiendo que con ello se lo ganaba para siempre. Y así ha sido. Zapatero es sarkodependiente. Y esta dependencia le impide ver que es más importante defender los valores democráticos de un atropello innoble como el de Sarkozy, que hacer de figurante en las reuniones de los grandes.

Da la impresión de que Zapatero agotó todo su coraje en su primera decisión: la retirada de las tropas de Irak. La respuesta de Estados Unidos a aquel gesto de elemental razón democrática, anonadó al presidente. El ejercicio del poder hizo el resto. Nunca más se ha atrevido a dar un paso valiente. Y se metió en una empresa tan equivocada en los conceptos como vacua en los resultados -la Alianza de Civilizaciones- para poner a buen recaudo su conciencia cada vez que le entraba el vértigo del riesgo.

La decisión de Zapatero -y de la mayoría de sus colegas- de apoyar los desmanes del presidente francés testifica obviamente del mal estado de la Unión Europea, que vive un momento de plena desagregación en que los Gobiernos estatales vuelven a comer terreno a la Comisión. Sería una excepcional noticia que la comisaria Reding consiguiera realmente que Europa sancionara a Francia como corresponde por algo que choca frontalmente con la idea de una Unión Europea nacida, precisamente, para que no volvieran nunca más los odios étnicos, la furia contra el otro.

Pero, además, Zapatero deja en mal lugar a España, donde la convivencia con los gitanos se ha llevado siempre de manera muy razonable. Y obliga a preguntarse si es que el presidente contempla la posibilidad de ordenar actuaciones parecidas a las emprendidas por su amigo francés. Del líder de la oposición, Mariano Rajoy, ya sabemos que sí. Con su defensa de Sarkozy, Rodríguez Zapatero da coartada a una oposición ávida de exhibir palo contra el débil. Al mismo tiempo, el presidente aumenta el estado depresivo de su partido. El PSOE, como toda la izquierda europea, vive un momento de gran desconcierto ideológico. En silencio, ha aceptado que se aplicaran a la crisis las recetas de los mercados y de las grandes corporaciones y que la política del Gobierno renunciara a su autonomía. Ahora, en silencio, tiene que asistir a algo que repugna al ideario de cualquier partido democrático y de izquierdas: la validación de unos actos de humillación sádica del paria por espurios intereses partidistas.

Con su incapacidad para conducir y controlar el relato de la narración de la crisis, Zapatero había tocado fondo políticamente. Con su apoyo a Sarkozy en el lamentable episodio de los gitanos ha tocado fondo ideológicamente. "Es legal", argumentó el presidente. ¿Hay que explicarle al presidente que legal, en el caso que lo fuera, no significa que sea defendible ni moral ni políticamente?

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Intentando conocer un poco los países bálticos


Estos tres países que forman la Europa báltica son grandes desconocidos. Apenas aparecen en los libros de historia tras la Primera Guerra Mundial para desaparecer de nuevo tras la Segunda. Nuevamente se vuelve a hablar de ellos al hacerse otra vez independientes tras la desaparición de la URSS. Este libro se dedica a esta última etapa que, por otra parte, a mí me interesaba especialmente. La caída de los regímenes comunistas y la aparición de nuevos estados es una tema que me parece apasionante pero que, salvo en el caso de la antigua Yugoslavia y por razones obvias, está muy poco tratado o, mejor dicho,hay poca bibliografía en castellano. Este libro cubre en parte esa laguna aunque como suele ser habitual en los libros escritos por profesores de universidad, resulta farragoso y poco claro en muchos aspectos de la evolución política y económica. Peca además de un exceso de dedicación al proceso de integración en la UE. En cualquier caso es de lo poco que yo conozco y resulta útil como una primera aproximación.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Un premio Nobel que se permite dudosas licencias


Experimento de Coetzee en mi opinión totalmente fracasado. Se trata de conjugar en la misma obra una serie de Opiniones contundentes con una historia. Para ello divide la página en dos partes: en la de arriba refleja las Opiniones y en la de abajo, a su vez dividida en otras dos partes, la historia según la visión del profesor autor de las mismas y la encargada de mecanografiarlas. El problema es que ni las opiniones ni la historia llegan a interesar en ningún momento, sobre todo la segunda. La verdad es que Coetzee es un autor singular que no se suele repetir en sus libros y que, desde luego los que yo he leído, siempre ofrece visiones e historias originales con mucha calidad litararia. No obstante, creo que aquí "se ha pasado".

viernes, 17 de septiembre de 2010

Imprescindible para seguidores de la serie


No hace mucho publicaba la portada de este libro junto con los dos dedicados a la otra gran serie de la HBO, Los Soprano. Ya leído, lo recomiento encarecidamente a todos aquellos que hayan estado durante sesenta horas disfrutando de esta grandísima serie o, mejor dicho, de esta grandísima película. Tiene una interesantísima introducción del guionista David Simon y un conjunto de artículos que, excepto uno, merecen mucho la pena y aportan datos e interpretaciones que ayudan a gozar recordando la serie y animando a una nueva visión, sobre todo ahora que acaban de editarse en DVD las cuatro primeras temporadas.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Algunas frases sobre el, ¿ineludible?, compromiso

Está el que se derrumbó junto con el muro de Berlín y probablemente nunca se volverá a enderezar ni tendrá ánimo para enderezar a los demás. Sigue considerando que el mundo es injusto pero ha terminado por convencerse de que un cambio esencial es inverosímil. Basta de utopías, rezonga. Su escepticismo lo paraliza. (...) Está el que transmuta su escepticismo en resentimiento, y el resentimiento en oportunismo, y hoy se lo ve muy campante en tiendas conservadoras.

Mario Benedetti, Andamios


Comprendo que cueste rehacerse, desafiliarse de la mezquindad, forcejear con el egoísta que todos escondemos en algún recoveco de la achacosa almita. Pero claudicar no trae sosiego. Si se acabó la época de las grandes arengas, pues habrá que hacerlo boca a boca (...), dialogar, intercambiar dudas y ansiedades, desmantelar el fariseísmo.

Mario Benedetti, Andamios


—Creo que lo ideal es tener creencias y llevarlas a la práctica. No creer en nada significa estar perdido para siempre, pero creer en algo y quedarse paralizado sin hacer nada es el infierno.

Naguib Mahfouz, Miramar


— ¿ Nos hará este favor, señor Fowler?
— No sé—dije, no sé.
— Tarde o temprano —dijo Heng, y me recordó al capitán Trouin en el fumadero—, uno tiene que elegir partido, si quiere seguir siendo humano.

Graham Greene, El americano impasible.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Buen ensayo para el debate con un gran título


Un libro que te anima a establecer un debate con él ya es algo bastante poco usual. Se trata de una crítica de nuestro actual sistema desde una posición liberal pero no de ese liberalismo neocon tan en boga en los últimos tiempos. Critica sobre todo a los políticos pero también la mentalidad social que se ha ido estableciendo en Europa muy diferente de la, para él, mucho mejor del mundo anglosajón. Asimismo arremete contra un cierto progresismo. En cualquier caso ideas sugerentes tanto para confirmarlas como para rebatirlas.
Sirve como contrapunto en parte al de Max Otte que comenté hace unos días.
Algunos ejemplos con los que estoy básicamente de acuerdo:
“¿Por qué la universidad pública está subvencionada, también, para aquellos que no la necesitamos?”
“Los resultados (del sistema educativo) cantan. Esta generación será la primera que tendrá menos titulaciones que sus padres”.
“(…) la verdadera solidaridad con los países necesitados consiste en comprarles lo que tienen para vendernos y que a nosotros nos hace falta”.
“Es hora de preguntarse por qué tachar a alguien de fascista es un insulto mientras que tachar a alguien de comunista no lo es”.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Un clásico deslumbrante

Hasta hoy no había leído prácticamente a autores clásicos rusos, sólo algo de Turguéniev y de Dostoyevski. Este error voy a intentar corregirlo a partir de ahora. La experiencia de la lectura de esta Ana Karenina ha sido apasionante. Creo que no había leído nunca una narración de este calibre. Su fluidez, su construcción, la caracterización de los personajes, la descripción de escenas como pueden ser las de la siega o la caza, etc. No importa que a veces las reacciones no estén explicadas o que resulten un poco cursis o, incluso, que la ideología rechine un tanto. Nada de eso quita valor a la historia y la forma de contarla. Si se puede hablar de obras maestras en literatura, desde luego para mí ésta sería una de ellas.
La edición de Austral, que es la que he manejado, tiene una traducción muy buena que debe de ser bastante antigua ya que si siquiera aparece el nombre del traductor, pero tiene la ventaja de que conserva giros del idioma que se corresponden con la época del texto. Eso sí, tiene también un muy prescindible prólogo de César Vidal en el que nos cuenta lo que sucede en cada una de las ocho partes.
Pongo a continuación la reseña hecha por José María Guelbenzu de la nueva traducción y edición hecha por la editorial Alba en conmemoración del centenario de la muerte de Tolstói que se celebra precisamente este año 2010. Me parece que dice muy bien y en pocas palabras lo esencial de la obra.


sábado, 4 de septiembre de 2010

Interesante artículo de José María Izquierdo en El País

Su blog, El ojo izquierdo, está entre mis recomendaciones porque resume muy bien el pensamiento de la extrema-derecha aprovechando sus textos. En este caso se trata de otro enfoque aunque siempre esté detrás la misma idea.

TRIBUNA: JOSÉ MARÍA IZQUIERDO 01/09/2010

¡Qué fea su jeta, qué guapo su voto!


La derecha no quiere ser juzgada por la violencia de sus defensores mediáticos, pero corre a embolsarse los votos de esa extrema derecha. Mientras, la izquierda no quiere parecer de izquierdas

José K. está complacido porque ha acertado con el jipijapa y la guayabera, que con este verano que nos ha caído va a amortizar de largo. Está íntimamente satisfecho, además, porque estaba a punto de sucumbir y comprarse un iPhone 4 para echar a su nuevo zurrón y presumir de moderno con sus amigos del cuaternario, cuando apareció en televisión aquel sinvergüenza, Jobs de apellido, para reconocer que el aparato no se oye. Chulo y fanfarrón, vino a decirnos que no sabemos llamar por teléfono. Steve presumirá de moderno pero no pasa de ser un charlatán, un cañahueca y un barbullón presuntuoso y delincuente. Si una empresa que fabrica teléfonos, los saca al mercado y no funcionan, se retiran, se piden disculpas y se invita a la concurrencia.
Ya en su bar acostumbrado, abre su periódico -porque es suyo, y muy suyo-, y no puede por menos que levantar sentidas plegarias hacia los buenos y generosos dioses, en este caso Alá, porque las inundaciones que han costado la vida a miles de paquistaníes, centenares de niños entre ellos, y arrancado de sus miserables casas a varios millones, haya afectado tan solo a suníes y chiítas, que saludaban amablemente a las aguas que les destruían: Salam aleikum (la paz -del señor- sea contigo), decían, Aleikum Salam, respondían las turbulencias. Gentes tan religiosas, pues, están muy agradecidas a todas las divinidades por tantos y tantos bienes como les procuran: los iraquíes, allá se las compongan tras haberles roto hasta el espinazo; los iraníes, lapidemos cuanto podamos, o los afganos, déjennos en la paz del opio y el burka.
Pero quizá alguien crea, a José K. se le encocoran los adentros, que estas cosas de los dioses solo cuentan en países dominados por Alá y su profeta Mahoma. De eso nada, advierte. Ahí tienen ustedes, por ejemplo, a esos auténticos y genuinos americanos enrollados en la bandera del Tea Party, tan religiosos y fanáticos como el que más, enemigos acérrimos no ya del islam y cualquier cosa que se le aproxime, sino de cualquier modernización que se pretenda de la Biblia, libro sagrado ante el que los poderes públicos deben postrarse de rodillas.
A José K. le fue dado conocer, gracias a algún joven amigo que se los enseñó en YouTube, los nombres y las palabras de Glenn Beck o Sean Hannity, de la cadena Fox, propiedad del grupo Murdoch, a quien aconseja José María Aznar, siempre y cuando no tenga que viajar a Melilla en misión civilizadora.
Asumen las palabras de una de sus guías, Sarah Palin, aquella gobernadora ignorante que optó a la vicepresidencia con el republicano Mac Cain frente a Obama: "Seguiremos enganchados a la religión, a las pistolas y a la Constitución". El Tea Party conmemora el boicoteo de un cargamento de té en Boston, en 1773, de los patriotas norteamericanos frente a los colonizadores ingleses en protesta por los impuestos. Cierto que entre aquellos demócratas no había ningún negro, demasiado ocupados en cosechar algodón o tabaco para sus amos, o en sobrevivir a las enfermedades de los barcos en los que eran trasladados como animales para trabajar en los campos de Georgia o Alabama. En estos momentos, el sofisticado pensamiento que mejor cuadra a los tea party, es "echen a ese mono comunista de la Casa Blanca". ¿Molesta este movimiento a los republicanos? O mejor, ¿molesta a quienes sustentan a los republicanos? Más bien nada, porque varios de ellos van a presentarse por sus listas.
Cavilando en estas cosas, José K. se viene a España, que le reclama. ¿Esta caterva de cantamañanas, palabreros y prosadores de churro, zarajo y manteca colorá que nos agobia todo el día y desde todos los ángulos, son menos reaccionarios que aquellos de la hamburguesa y el ketchup? En absoluto. José K. defiende con vehemencia la calidad de la falacia, el grosor de los insultos, el hocicar de nuestros representantes ibéricos, capaces de competir en barbarie y grosería con cualquier representante mundial de la brutalidad. No hace falta más que escuchar algunos remedos de radios, ver ciertas imitaciones de periódicos o disfrutar con determinados chiringuitos, autodenominados jactanciosamente platós de televisión. En la maledicencia y el chicharreo, somos como La Roja: campeones universales. Oé, oé, oé.
Y José K. vuelve a preguntar: ¿molestan a la derecha, autointitulada democrática y centrista, estos boquirrotos reaccionarios? ¿Se sienten incómodos con ellos, les salen sarpullidos en su cercanía como a cualquier persona decente? Se responde José K.: no, nada, en absoluto. Y ya pueden decir o escribir lo que se les antoje, que la realidad les tumba y los hechos, unos detrás de otros, los sepultan. En esos micrófonos y ante esas cámaras sus dirigentes comparecen un día sí y otro también, dejándose querer, para sonreír y asentir, alegremente, ante la salvajada del gárrulo. "Haga usted el gasto de la barbaridad", se dicen, "pero venga para la faltriquera el voto de sus fanáticos seguidores". Ensucien el 11-M, trasteen con las víctimas del terrorismo y ETA, enreden con Marruecos, maniobren en los mercados, que ya nos viene bien. Como tanto hay de provecho para la misma derecha en el proceder de jueces retrógrados que aún viven en la Edad Media y confunden religión y Estado, ayudando a que una ilegítima tercera Cámara se cargue cualquier reforma progresista.
A estas alturas de la vida, suya y de la democracia, José K. duda de si alguna vez fue acertado aquel razonamiento, nacido en la Transición, de que era bueno que AP -el PP- taponara una extrema derecha como la francesa de Le Pen. Ahora se pregunta: ¿Y no será peor que esta derecha glotona que padecemos se haya zampado el centro, la derecha y la extrema derecha? Animal tan crecido tras tanto alimento, cual gigantesco Argentionosaurus, ¿no acabará por deglutirnos como el monstruo que es? José K., en noches de frescor, piensa que a lo mejor, solo a lo mejor, explotará por tragantón como los dragones de los cuentos...
Y mientras, aquí tenemos a este vibrante Gobierno de izquierdas, defensor de los débiles y azote de los poderosos, recita nuestro hombre antes de que le dé el ataque de risa ante la enésima negativa de la vicepresidenta económica a tocar los dineros a los ricos, pobres criaturas, un yate de menos eslora, un Ferrari de menos caballos.
Destrozados como estamos por una terrible retórica antiestatal, primero, antigubernamental, después, y antisocialista, finalmente, el partido en el poder aguarda en estado ectoplasmático a un otoño de rayos y centellas: elecciones catalanas, presupuestos, reforma laboral... Eso sí, a la orden para admitir las sabias recomendaciones de cualquier ablandabrevas del Financial Times o el Wall Street Journal -otra vez Murdoch, otra vez Aznar-, que sople en contra de España para la defensa heroica del libre mercado. José K. pide que la inteligencia española -incluidos ministros, banqueros y altos directivos- admita que en el Wall Street Journal puede haber el mismo número de majaderos, grosso modo, que, por ejemplo, en Le Monde Diplomatique. Pura ley de probabilidades.
Puestos en cosas de yanquis, José K. quiere acabar con sendas citas de norteamericanos. Paul Krugman: "Así que plantéenselo de esta manera: para evitar la posibilidad de que se produzcan futuros recortes de las prestaciones debemos recortar las prestaciones futuras". Reconvertido en Forges, remata: "Estupendo". John B. Judis: "Cuando la opinión pública estaba en pie de guerra, Obama no se cebó lo suficiente" con los causantes de la crisis. Y aún otra: "Obama no parece darse cuenta de que la demagogia viene siendo una parte indeleble de la mentalidad política estadounidense, y aquellos que se sienten incómodos haciendo llamamientos populistas... ven las consecuencias en las urnas". Cambien, cambien nombres.
(José K. se aleja con las manos ocupadas. En la derecha lleva una bacinilla, para lo de Camps, mientras se muerde la izquierda para no hablar )

viernes, 3 de septiembre de 2010

Mis autores favoritos III: Mario Benedetti

Dice Tzvetan Todorov en La literatura en peligro: “(...) pero no puedo prescindir de las palabras de los poetas, de los relatos de los novelistas. Me permiten dar forma a los sentimientos que experimento, ordenar el curso de los pequeños acontecimientos que constituyen mi vida. Me hacen soñar, temblar de inquietud o desesperación. Cuando estoy sumido en la pena, sólo puedo leer la prosa incandescente de Marina Tsvietáieva, porque todo lo demás me parece aburrido.”
Bien, si en lugar de Marina ponemos Mario Benedetti podría firmarlo ahora mismo. Es un gran cuentista, de hecho yo no soy aficionado al género y, sin embargo, me encantan sus cuentos. No es un gran novelista ni un gran poeta, pero ha sido el escritor que más me ha ayudado en los malos momentos. Las relecturas de Primavera con una esquina rota o Andamios han sido providenciales. Esta última es la que da título a este blog y no por casualidad. Más de una vez me he preguntado por qué esta facultad de Benedetti para mejorar mis estados de ánimo cuando, además, no se trata de un autor especialmente optimista o alegre. Creo que es debido, por una parte, a su humanista tratamiento de los personajes que los acerca al lector y fomenta la identificación y, por otro lado, al uso de un lenguaje cálido y cercano.
En fin, creo que ha sido un gran hombre que ha sabido llevar su grandeza a la literatura.